por Frank Padrón
La Jiribilla No. 686, Revista de la Cultura Cubana
Arturo Sotto ¿culpable o inocente?
Me ha parecido oportuno revisar (y compartir) algunos de los antecedentes inmediatos de Arturo Sotto previos a su nuevo filme, específicamente un documental y una ficción que a mi juicio lo consolidan como uno de nuestros cineastas más originales.
La noche de los inocentes (2007) fue el anterior filme antes de estas Bocaccerías… de estreno, tras una década sin filmar al menos en ficción, como quiera que a principios del nuevo siglo codirigió un documental junto al actor Jorge Perugorría sobre el grupo musical Habana abierta (2003), así titulado.
Pero antes de entrar en La noche… sería oportuno referirnos al documentalista (autor también, dentro del género de un título que imperdonablemente, aún no he visto: Bretón es un bebé, de 2008. En Habana abierta, Sotto y Perugorría seguían a un colectivo de entonces jóvenes que, a principios de los 90 en el siglo pasado, dieron un vuelco a la música popular cubana mediante un experimento de fusión altamente significativa. Ahora bien, aunque varios entrevistados, músicos y especialistas de un modo u otro “contaban” la historia (en particular, el poeta e investigador Bladimir Zamora) no es este exactamente el sentido del filme, que más bien se concentró en el retorno: en enero de 2003 los cinco cantautores vuelven a su entrañable Habana (“yo no me fui/ solo me alejé un poquito” reza uno de los textos) y ofrecen varios conciertos donde se hacen acompañar de colegas que entonces representaban la vanguardia.
(…)Pero en puridad, tal cita fue solo un pre-texto a partir del cual Perugorría y Sotto perseguían comunicar otras verdades, indagar otras realidades. El documental significó mucho más que la crónica de un concierto, de un regreso, incluso: el desenfado con que esos músicos abrazan la música, la ciudad, la vida, deriva en eficaz arte poética: no se aparta el filme del viejo motivo, devenido verdadero tópico, de los “viajes de ida y vuelta” pero desde una perspectiva, esta vez, mucho más “abierta”, menos anecdótica y nada epidérmica: insiste en aspectos que no por muy recurrentes merecen menos abordajes: el considerar la música cubana como un todo multiplicado, repartido, lo cual significa un fenómeno socioestético interesantísimo.
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